El alumno Daniel Neira viaja al corazón del Himalaya
Daniel quiere ser físico. Desde que lo supo puso todo su
empeño en orientar su camino educativo. Con esta premisa llegó el pasado año
al Colegio M. Peleteiro, convencido de que con mucho esfuerzo lo logrará algún
día. No solo es un chico noble, Daniel Neira con sus 17 años, es un completo
aventurero aunque por lo que cuenta, este carisma viene de familia. Y así
comenzó una de sus inolvidables aventuras: con solo 16 años alcanzó el corazón
de Nepal. No solo eso, en la base del Everest, a una altitud de 5.364 metros, alzó
una bandera con el nombre del Colexio M. Peleteiro, como señal de
agradecimiento.
Todo surgió hace casi dos años. “Un día mi madre me dijo:
tengo una nueva meta”, explica Daniel. “Tenía la intuición de que se trataría
de algún viaje, pero no contaba con una aventura de tal dimensión”. Sandra le
sorprendió: “Tengo muchas ganas de ir al Himalaya”. Asombrado, Daniel no quería perder esta
oportunidad y aunque al principio no estaba previsto que acompañara a su madre y ante la insistencia, Sandra finalmente cedió y se pusieron manos a la obra.
Durante meses se prepararon mental y físicamente. “Hicimos largas caminatas,
recorrimos rutas de Castilla y León, salimos a correr, nos concienciamos de las
extremas condiciones que suponía hacer trekking en el Himalaya”. (Las rutas de
trekking son las actividades organizadas habitualmente en la zona por agencias
de todas las partes del mundo para escaladores no profesionales. Se convierten cada temporada en la
única vía para observar esta maravilla de la naturaleza como senderista amateur).
El viaje lo realizaron en grupo el pasado mes de diciembre.
La llegada al aeropuerto de Luckla ya fue una peripecia, se trata de uno de los
aeropuertos más peligrosos del mundo. “Una vez que aterrizas ya empiezas a
notar el mal de altura, estás a unos 3.000 metros, muy cansado del viaje… sabes
lo que es el mal de altura, pero vivirlo es otra cosa”, señala Daniel. El grupo
de senderistas se levanta a las 6 de la mañana para comenzar con la andadura,
“hace mucho frío y tanto lo bueno como lo malo, supera a lo esperado”. Son más
de 30 kilómetros hasta el campamento base del Everest, exactamente a Kala
Pattar (5.640 metros).
“Todo fue precioso, disfrutamos cada momento. Hubo momentos
malos, de mareos, dolor… pero seguimos adelante. Una vez que estás allí, no
te puedes rendir”. Alcanzar el Kala Pattar no fue fácil y no subieron todos.
“Nos retrasamos, llegamos tarde… hay que cruzar un glaciar y no fuimos todos.
El glaciar al estar sin hielo está formado por piedras y fue difícil y peligroso atraversarlo”. Este es uno de esos momentos en los que Daniel lo pasó mal, se
hizo de noche… pero ahí están los sherpas, actúan como sombra de los escaladores y, más a menudo
de lo deseado, salvan vidas. En su caso, Daniel habla de Pemba, culminó 14
veces la cumbre del Everest, uno de los más experimentados, pero no todo son logros... ya que perdió a su hermano también en una montaña.
“Nos acompañan, nos protegen, nos llevan la comida… son unos héroes”. Daniel,
su madre Sandra y el resto de participantes tuvieron la oportunidad de conocer
de cerca una cultura muy distinta a la suya, aspectos como la meditación, la
religión y la forma de ser de la gente nativa les sorprendió.
“Alucinante”, así define Daniel su llegada a Kala Pattar,
después de conocer en días anteriores el parque nacional Sagarmatha, la
increíble vista del Alma Dablan – considerada una de las montañas más bonitas
del mundo-, el glaciar del Khumbu, montañas de 6.000, 7.000 y 8.000 metros… o
zonas tan duras como el memorial a los caídos en el Everest. Un total de diez días caminando para estar a
los pies de la montaña más alta del planeta: el Everest. “Tienes delante de ti
un efecto de infinidad, el Himalaya se funde en el infinito”, expresa con
palabras Daniel lo que meses atrás pudo ver con sus propios ojos. En este punto
Daniel alzó junto a su sherpa una pancarta con el nombre del Colexio M.
Peleteiro.
- ¿Por qué has hecho este gesto tan bonito?
- Lo hice porque estoy muy orgulloso de formar
parte de este colegio. Tengo un sueño que es ser físico y he luchado mucho por
estudiar en el Colegio Manuel Peleteiro. Quiero cuidar al colegio, igual que
ellos cuidan de mí.
El regreso también contó con una parte emocional muy grande.
Descendieron en trekking, excepto el último tramo que fue en el helicóptero.
Daniel había estado en montañas espectaculares de Suiza, en las montañas
Dolomitas de Italia, en el Polo Norte pero “nada como esto”. Esta expedición le
ha enriquecido en cultura y en valores. Hay que luchar por lo que uno sueña y
Daniel lo ha vuelto a conseguir. Termina esta aventura con un desafío tan
arriesgado como inverosímil, no del agrado de toda su familia y amigos: “Quiero
algún día subir al Everest”.