Vamos 238
[ 10 ] VAMOS noticias Pero, empezando de cero. Nunca he en- contrado nada que he dejado a medias que luego se pueda continuar. Es más, las estoy revisando y tirando porque ya veo que no sirven para nada. ¿Por qué las dejó a medias? Porque a veces no salen las cosas. Em- piezas y hay momentos de mucha dificul- tad, y vaches. Y hay que estar ahí dando y peleando mucho. No hay que abandonar. Pero también hay un momento en el que te das cuenta de que no, de que no pue- de ser. Y entonces pues, piensas: mira, mu- chos meses de trabajo y de ilusión y de no sé qué pero más vale.. Dejarla antes de que sea… Sí, sí, sí. Y entonces ahí se… Pero por si acaso sirviera para algo lo guardo y ahí está guardado, pero ahora ya veo que no. En el libro antes mencionado aparece el personaje de Neme- sio Cabra, que presenta bastan- tes similitudes con el detective sin nombre, ¿es simple casualidad o hay algo más detrás? No, eh, no lo sé, supongo que no. No hay nada…No hay casualidades. ¿No? Tal vez esa persona de la que ha- bló… El enfermo que se había es- capado del manicomio cuando tenía usted ocho años. Sí, sí, seguramente, claro. Estos persona- jes que van apareciendo y se quedan ahí y un día, de repente, a lo mejor pasan treinta años y un día, aparece este recuerdo. Las historias se construyen así, de cosas suel- tas. Una cosa que pasó hace treinta años y una que pasó ayer, las juntas y… ¡pum! Ya tienes una historia. De su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta, a la segun- da, El misterio de la cripta embru- jada, hay un gran cambio de estilo, ¿a qué se debe? Bueno, a lo que he dicho en la charla. Me había quedado un poco atascado en un estilo que no sabía cómo desarrollar. No sabía si tenía que seguir haciendo lo mis- mo, imitándome a mí mismo, o si tenía que cambiar tanto que acabaría siendo una imitación de mí al revés. Y de esta manera salí por la tangente. ¿En algún momento pensó que le gustaría ser otro escritor (por su temática o forma de escribir)? Uy, sí, siempre. Cada día pienso que me gustaría ser otro escritor porque hay escri- tores a los que admiro mucho y hacen co- sas que yo sé que soy incapaz de hacer. ¿Algún ejemplo? No, no te diré nombres concretos. Desde luego, los grandes escritores clásicos. Cervantes… Bueno, Cervantes es uno, pero hay más. Dickens, Tolstoi, Dostoievski… Y no sola- mente por las historias que cuentan, sino por la técnica, que es maravillosa. Cómo hacen dialogar a los personajes, cómo mueven la acción, cómo pasan de una situación a la siguiente, cómo pueden cambiar el tiempo… Todas estas cosas téc- nicas, pues claro, yo tengo muchas limita- ciones y cuando veo a alguno que lo hace bien, me gustaría saberlo hacer. ¿Cuáles son sus mayores refe- rentes, personales o literarios? Referentes personales y literarios. Bue- no, personales ya casi no me quedan por- que… Porque bueno, a ver. Para mí han sido muy importantes algunas personas concretas. Sobre todo, tenía un tío que era el que, el que he dicho antes, que me orientaba. Era un hombre muy aficionado a la lectura, nunca quiso ser escritor, pero me decía “mira, yo creo que ahora tienes que leer esto, creo que tienes que…”. Me hizo pasar de las lecturas juveniles a la lec- tura adulta. Me hizo leer clásicos, me decía “aunque te parezca difícil, haz un esfuerzo, porque merece la pena”. Esta persona fue muy importante para mí. Y luego los amigos. Los amigos aficiona- dos a la escritura y a la lectura. Que, bueno, nos intercambiábamos cosas, esto es muy importante. Yo creo que los amigos son más importantes a veces que los maestros, para este tipo de cosas, eh. ¿Tiene fuentes de inspiración recurrentes o le vienen las ideas aleatoriamente? No, bueno, a veces tengo ya toda clase de trucos, que he ido desarrollando. Hay algunas lecturas que me sirven para, un poquito, para recargar pilas. Son lecturas que recurro a ellas y, a partir de ahí ya vuel- vo a animarme a escribir cuando estoy un poco bajo de combustible. Y las ideas, pues vienen solas. Paseo mu- cho y paseando vienen las ideas. Yo creo que ahora la gente se aburre poco. Quiero decir, que deja poco tiempo a que el pen- samiento vaya dando vueltas por la cabe- za y vaya y venga. Yo veo que la gente en cuanto tiene un segundo abre el móvil y hace una cosa. A veces me siento, miro por la ventana, paso un rato pensando. Si algu- na idea va a venir, es así. Si estás con el mó- vil no vendrá. ¿En qué entorno o lugar se en- cuen tra más cómodo escribien- do? La verdad es que cuando escribía con gran entusiasmo podía escribir en cualquier parte. Incluso cuando mis hi- jos eran pequeños yo escribía y ellos jugaban, se me subían por encima… Ahora, pues claro, ya me cuesta más, entonces tengo un estudio para mí. Si entra luz y me dejan tranquilo, cual- quier sitio es bueno. Y, para terminar, ¿qué les aconseja a los jóvenes a los que les gusta escribir? Pues bueno, que escriban. Básica- mente que escriban. Que no esperen ni la inspiración ni una historia fan- tástica. Que empiecen a escribir. Solo se empieza a escribir empezando y, a partir de ahí, que sean constantes, que se preparen, que le dediquen mucho tiempo a esto, que no estén dispersos. Que escuchen música tumbados en un sofá un rato… Hay que ser un vago profesional. Pero un vago profesional esperando a que llegue la idea, dándole vueltas continuamente. Cuando se escribe hay que estar con la ob- sesión de lo que se está haciendo.
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