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VAMOS [ 49 ] NUESTROS RELATOS ¿Quién diría que en estemundo en el que la cultura y el pasado se sientan en la mesa de los niños pequeños; serían noticia Goya, Van Gogh o Monet? Por supuesto, le tenía- mos que dar nuestro toque personal de se- res humanos. Porque donde hay cabezas brillantes las hay que no son tanto y que piensan que el métodomás adecuado para reivindicar una idea es lanzar salsa de toma- te. Porque mira que no nos gustará mirar al pasado pero hay costumbres que no se pierden ni intentándolo. Estos últimos meses han llenado los titu- lares noticias de obras de arte, como la Gio- conda, siendo vandalizadas. En el caso de esta última le lanzó una tarta un hombre disfrazado de ancianita. Si bien la premisa resulta ciertamente cómica y material de chiste, si se pasa a la realidad pierde en par- te esta connotación y aparte de unas risas también causa ira y resentimiento por par- te de toda la comunidad artística. Estos atentados fueron cometidos por grupos medioambientales. Sí, medioam- bientales. Porque Leonardo Da Vinci tiene mucho que ver con la explotación petrolí- fera. Pero qué sabré yo. Si bien se amparan tras una causa lógica y justa, sus acciones distan mucho de estos adjetivos. Es cierto que su objetivo principal era causar polémi- ca y viralizarse, que lograron sin mucho es- fuerzo. Gracias a internet, en tan solo unos minutos, las noticias recorrieron el mundo entero. Puede que no buscaran el tipo de publicidad que encontraron, pero, como dijo Óscar Wilde, “que hablen mal de uno es espantoso, pero hay algo peor, que no hablen”. Hace unas semanas se tiró sopa de toma- te a Los Girasoles de Van Gogh que estaban expuestos en la National Gallery de Lon- dres. Los activistas, como es ya costumbre, se pegaron con loctite a la pared junto al cuadro. Por suerte el cuadro estaba prote- gido por un cristal y no se produjeron daños especialmente grandes. Poco más de una semana después se produjo el ataque ha- cia el cuadro de Les Meules. Claro que esta vez cambiaron algo, en vez de sopa de to- mate, le lanzaron puré de patatas y se pega- ron al suelo. Será que no encontraron sopa en el supermercado. Una pena porque no demuestran su compromiso con la idea ini- cial y eso les hace perder puntos, aunque el toque del suelo le da un no sé qué a atraco de banco que resulta bastante poético. La última de esta serie de genialidades pasó hace tan solo unos días en el Prado. A estos últimos sí que hay que darles algún punto por su idea. A ver: se coge la maja vestida, se le suman 1,5 grados y tenemos… la maja desnuda. ¿Una brillantez, verdad? Por supuesto que tenían que estropearlo volviendo a lo de pegarse a los marcos de los cuadros. En estos grupos medioambientales de- ben de tener todos manos de acero inoxi- dable porque sino no entiendo yo como aguantan el dolor de quitar el pegamento de las manos luego. Su excusa: la semana pasada la ONU hizo oficial que ya es impo- sible contener el calentamiento del planeta 1,5º. Cuando leo sobre todo esto, me pregun- to: ¿Qué fue de las protestas pacíficas en las que las calles se llenaban de gente re- clamando sus derechos o denunciando las injusticias? ¿es que acaso, en este mundo globalizado en el que vivimos, si no se vi- raliza algo no existe? ¿se convirtieron las protestas en simples excusas para la des- trucción? En un futuro más próximo de lo que pen- samos, las calles se volverán a llenar de per- sonas pidiendo a gritos un mundo mejor. En esemomento, ¿se escuchará a las voces desgarradas o se esperará a que un influen- cer apoye la causa o a que se vuelva tren- ding topic? Vandalismo de cuadros Carlota Ocáriz 4º ESO

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