Vamos 243

80 años (es decir, 1980, 1981 y 1982), y con un direc- tor de equipo no tan profesional. Lancia contaba con el ingenioso Cesare Fiorio, que más tarde dirigió a la Scuderia Ferrari, un aficionado a las lanchas a motor que, de hecho, ganó 31 carre- ras, seis títulos europeos y dos mundiales en su clase. Los pilotos de Lancia eran Markku Alén y Walter Röhrl, bicampeón del mundo de rally con Fiat, en 1980 y con Opel, en 1982, quien no quería ganar el mundial, en sus propias palabras: “Quie- ro ganar en Montecarlo, me gusta Córcega, la Acrópolis, Nueva Zelanda y San Remo. Solamente competiré en estos 5 o 6 preciosos rallyes, y nada más. No quiero ganar más campeonatos del mundo”. Y bien, el 22 de enero de 1983 comenzó el campeonato con el mítico Rally de Montecarlo y su difícil superficie de asfalto y nie- ve. El recorrido era de 4196,8 kilómetros, entre los tramos franceses de Provenza-Alpes-Costa Azul, Ródano-Alpes y Languedoc-Rosellón. El equipo Lancia Martini Racing se presentó con 3 pilotos: Walter Röhrl, Markku Alén y Jean-Clau- de Andruet (que tan solo disputó dos rallyes en toda la temporada). Bien, teniendo en cuenta las condiciones heladas, un coche con motor central y tracción trasera no era la mejor idea. Y aquí es cuando interviene el ingenio de Cesare Fiorio. En vez de hacer mejoras al coche o algo por el esti- lo, se le ocurrió una idea. Una idea que implicaba un supermercado. El equipo Lancia se dispuso a comprar toda la sal que pudieran, para esparcirla en las curvas difíciles y que, cuando pasaran sus pilotos, no hubiera hielo. Además, eso no fue todo, sino que también convencieron a las autoridades france- Esa temporada, los pilotos de Audi: Hannu Mikkola, Stig Blomqvist (futuro campeón del mundo en 1984) y Michèle Mouton (considera- da como la mejor piloto de rally de la historia) lograron 7 victorias sobre 12 carreras, algo in- creíble. Como comparación, Opel, que quedó segundo en la clasificación, logró 2 victorias en toda la temporada. A partir de esa temporada, todos los equipos adoptaron la tracción total, que permitía pasar las curvas a una velocidad mucho mayor. Todos los equipos sal- vo uno: Lancia. El equipo italia- no se presentó al campeonato de 1983 con el Lancia 037, un precioso coche con motor central y tracción trasera, es decir, lo contrario al Audi. Sobre el papel parecía poco más imposible que el Lancia pudiera tener una mínima opor- tunidad contra el dominante Audi. Los alema- nes tenían un equipo consolidado y eficiente, con un gran director de equipo como era Ro- land Gumpert, un brillante y trabajador inge- niero que trabajaba para Audi desde 1969, y contaban con el apoyo técnico de Volkswagen y con unos pilotos muy talentosos. Mientras tanto, los italianos tenían un equipo que no rendía a plena forma. Lancia logró ganar los campeonatos de constructores de 1974, 1975 y 1976, pero el equipo contaba con una baja financiación y, consecuentemente con unos resultados pobres, quedando 9 en el campeo- nato como mejor resultado de los últimos tres NUESTROS RELATOS 11

RkJQdWJsaXNoZXIy MTQwOQ==