Vamos 244

62 E n el mundo hay un bello jardín de malvas, rosas y más flores. Junto a ellas están palabras, palabras bonitas y delicadas que con sus brillantes colores distraen de las terribles espinas que decoran sus tallos. Sus pétalos no las hacen menos terribles, pero su disfraz les roba en parte la dura realidad que simbolizan. La verdad tiene mu- chas caras, tantas casi como per- sonas existen. Que se utili- ce una u otra para hablar de un tema depende solo de la persona que habla y a quién se re- fiere. Es aquí donde nace la hipocresía de los eufemismos, en la categorización de las per- sonas y de su dignidad según como entren en la narrativa elegida. La gota que colmó mi vaso fue una frase es- crita en un libro de francés referida a Édith Piaf, “Ella abusó a menudo de medicamen- tos para aliviar y calmar sus dolores físicos y psicológicos”. El medicamento en cuestión se trata de la morfina. La frase en sí no tiene nada negativo, pero me hizo recordar un mo- mento en el que escuché hablar a una misma persona de un artista de jazz como “una víc- tima de una enfermedad” y a un cantante de rock como, básicamente, un yonqui más. Tal vez es esa doble moral la que me hace reaccio- nar escribiendo este artículo. ¿Es que acaso el talento cambia la misma realidad? ¿Ser aquello que quiere la sociedad convierte a una persona en víctima cuando el resto son desechos? En la actualidad hay millones de personas que, por un motivo u otro, han caído presas de la dro- gadicción. No todas son vistas con los mismos ojos. ¿Dónde está ese nivel de comprensión cuando se ve a la gente tirada en las calles de las gran- des ciudades? ¿Dónde se encuentra cuando se ven los zombies de Filadelfia? ¿Por qué toda esa compasión desaparece en cuanto se cambia el individuo del que se habla? ¿No viven lo mismo? Si se escuchasen los motivos de una persona de la calle a lo mejor la percepción cambiaría. Algunos han nacido en un círculo vicioso con padres con problemas, familias disfuncionales y batallando todos los días contra enfermedades mentales. Hay quien argumenta que se puede salir de eso, que no es tan difícil con esfuerzo. NUESTROS RELATOS 11 CARLOTA OCÁRIZ 1º BACH Criar malvas Cuando alguien es exitoso su problema se convierte en un desliz, en algo sin importancia dentro de su ilustre carrera, en una forma poco sana de lidiar con aquello que lo, o la, atormenta.

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