Hablemos de sexo, consumo de pornografía y educación afectivo-sexual
Prof. Dr. Lluís Ballester Brage (Universidad de las Islas Baleares)
En la tercera sesión con las familias se ha abordado un tema complejo y controvertido, pero tremendamente importante: la sexualidad. Diferentes estudios advierten de un inicio cada vez más temprano en las relaciones sexuales en las nuevas generaciones, lo que requiere un papel más activo por parte del sistema educativo y de las propias familias, a la hora de proporcionar modelos sólidos que sirvan de guía para nuestras hijas y nuestros hijos. Mantenerse al margen, no implicarse, significa aceptar que ese papel lo terminará ejerciendo el porno, más temprano que tarde.
NOS QUEDAMOS CON…
- La cuestión no es discutir acerca de si la pornografía es buena o es mala, sino de poner sobre la mesa evidencias sólidas de las consecuencias claramente negativos asociadas a un consumo prematuro.
- Debemos hacer zoom a la hora de entender los ámbitos de socialización de las nuevas generaciones y reconocer el peso que Internet, las redes sociales y todo el entorno digital han adquirido. Hoy en día educa la Red. Dejar la educación de todo lo que tienen que ver con la sexualidad en manos de Internet es un riesgo que no deberíamos correr.
- La industria pornográfica es un negocio inmenso a nivel mundial. No repara en cuestiones éticas, lo que le hace adoptar estrategias tremendamente agresivas para la captación de clientes desde edades muy tempranas: “el porno no hace falta buscarlo, él te encuentra a ti”. Más del 40% de los niños y adolescentes accede a contenidos pornográficos de manera fortuita, a través de publicidad online, redes sociales o videojuegos. En los últimos años hemos asistido a una colonización de Internet por parte de la industria pornográfica, que tiene detrás el gran negocio de la prostitución y sus nuevos formatos.
- Los riesgos del consumo de pornografía en menores son incontestables. Ha dado lugar a una nueva forma de adicción silenciosa, capaz de impactar en el cerebro de los adolescentes (especialmente en su sistema límbico), en pleno proceso de maduración y con una capacidad de autocontrol todavía por desarrollar.
- La pornografía es capaz de distorsionar como nadie el imaginario sexual de un adolescente, modificando sus actitudes y comportamientos de manera perversa: “en el porno vale todo”. La desconexión de la empatía, la incapacidad de leer las emociones del otro o la erotización de la violencia, son fenómenos que ya han sido estudiados experimentalmente y cuyos efectos son un hecho. “Es una máquina de modular personas y conductas, dando lugar a una nueva generación distorsionada”.
- El porno se está cargando más de lo que pensamos: el vínculo seguro entre dos personas (basado en la comunicación y el respeto mutuo), el consenso de prácticas y el placer compartido.
- Está en la base del aumento de diferentes delitos contra la libertad sexual, desde la pornografía infantil, los abusos sexuales o el alarmante fenómeno de las manadas, cuya casuística se ha multiplicado por 4 en tan sólo en 5 años.
- Debemos tomar partido. Ayudar a nuestras hijas y a nuestros hijos a construir una sexualidad sana es algo que debe iniciarse desde el primer minuto de vida. Pero debemos hacerlo de forma adaptada a cada franja de edad y alejados de ideologías. Como sociedad, más allá de controlar la oferta y evitar la demanda (luchando decididamente contra la industria), debemos invertir tiempo y recursos en una buena educación digital, educación emocional-relacional y educación afectivo-sexual.
- Una buena educación afectivo-sexual debe estar basada en la evidencia, debidamente protocolizada, llevada a cabo por profesionales formados y adaptada a cada edad, pero en todos los niveles educativos.
- Las madres y los padres tenemos una obligación y un papel inexcusable en todo esto. El estilo parental que adoptemos es clave: ni permisivo, ni autoritario, sino aquel que promueve la comunicación y la confianza, sin renunciar a normas y a límites. Sabemos que resulta complicado, pero es como la “lluvia fina”, que poco a poco va a ir calando. Hablemos de sexo siempre que sea posible. Si no lo hacemos nosotros lo hará el porno. “Escucha para que te hablen. Habla para que te escuchen”.