«Pensemos en un sistema educativo que refuerce la autoestima, que les dé posibilidades de éxito»

Javier Pérez Aznar. Psicólogo, experto en prevención del acoso escolar y coordinador del Programa TEI (Tutorías Entre Iguales).

P: Según la UNESCO 1 de cada 3 chavales en el mundo podría estar sufriendo acoso escolar. Según UNICEF en España 1 de cada 5 ¿Te encajan esas cifras? ¿el problema es tan grande?

R: Pues estoy de acuerdo, así es. Entendemos a veces el acoso escolar como esas conductas que salen en los noticieros, de golpes que son muy escandalosos, que existen, pero es un porcentaje mínimo. El acoso más habitual es el mote, el insulto, la exclusión, no dejarte jugar… y eso generalmente no se ve, pasa desapercibido. Es un maltrato sutil a ojos de los adultos, algo que no vemos. Lo terrible es que es esa repetición de la violencia se acaba convirtiendo en una violencia normalizada, que provoca un daño emocional enorme. Estoy de acuerdo con las cifras. De hecho, en países como México, donde también trabajo, es 1 de cada 3. Un índice brutal.


P: ¿Quizás la sociedad española no es del todo consciente del problema?

R: Ninguna sociedad lo es. Parece asumido que donde hay un colegio tenga que haber niños que estén sufriendo. En mis charlas con madres y padres pregunto: ¿cuántos de vosotros cuando ibais al colegio teníais algún compañero/a del que se burlaban? El resultado siempre es el mismo en todas las generaciones: 1 de cada 3, 1 de cada 4 o 1 de cada 5 levantan siempre la mano. Luego, si nosotros lo hemos visto, es normal pensar que nuestros hijos lo esté viendo también en la actualidad. No es un error del colegio. Es un error del sistema, un error global. Ante problemas globales hay que tomar soluciones globales.
Se necesita una mirada nueva sobre la convivencia, sino seguiremos teniendo el mismo problema.


P: Ha mejorado la educación, el rendimiento académico, incluso el CI de las nuevas generaciones. Sin embargo, el acoso escolar sigue persistiendo ¿Qué pasa con la Educación que estamos dando a nuestros hijos?

R: Es obvio que cuando hay niños y niñas que siguen sufriendo acoso escolar en nuestros colegios algo va mal, algo estamos haciendo mal. Estamos educando para las materias, para los contenidos y nos olvidamos de educar para el saber estar, con uno mismo y con los demás, educar para la empatía y el respeto al otro. Nos estamos olvidando de algo tan importante como es la convivencia. Y eso tiene que ver mucho con la vivencia o modelo de éxito. ¿Qué oportunidades tiene un chico o una chica que va al colegio de tener éxito desde que se levanta por la mañana? ¿cuántas posibilidades tiene de tener éxito que no sea sacando buenas notas? Probablemente pocas. Es importante sentirse útil, desarrollarse como persona, ayudar a los demás… Esa es una de las claves del programa TEI, que aporta a los chavales esa experiencia de éxito, a través de lo que supone poder cuidar de otra persona y estar pendiente de ella. Yo pienso que el sistema educativo es un sistema de fracaso, el chico aprende que puede fracasar porque no ha traído el ejercicio bien hecho, porque se ha equivocado, porque ha suspendido, porque una asignatura no le gusta o porque un compañero se mete con él. Tiene un montón de oportunidades de fracasar, pero tal vez muy pocas de triunfar. Un sistema centrado en el fracaso hace que las personas fracasen y no hay que olvidar que la persona que agrede, la persona que vulnera la normas, la que hace cosas que provocan un daño es una persona que de algún modo se siente fracasada, que necesita subir su autoestima y lo hace a costa del sufrimiento de los demás. Pensemos en un sistema educativo que refuerce la autoestima de chicas y chicos, que les dé posibilidades de éxito, que se centre en sus posibilidades de desarrollo individual y colectivo. Eso haría que seguramente la convivencia fuese distinta, porque estaríamos centrándonos no en el fracaso, sino en el éxito.


P:¿Qué papel crees tú que juegan las pantallas, las redes sociales en toda esta normalización y proyección de la violencia? Tal vez las redes sociales y los dispositivos digitales no hayan ayudado demasiado ¿no?

R: Evidentemente es una terrible arma de la que se ha dotado la violencia escolar en los últimos tiempos y que multiplica. Es un multiplicador del daño, de las posibilidades de agresión. Pero no hay que olvidar que las redes sociales son además espacios relacionales y emocionales muy relevantes para los chicos. Se tienen que encontrar, se ven, se dan likes… es importantísimo para ellos. Y ahí la violencia es tremenda. Si no soy nadie en el colegio, imagínate en el entorno digital. Te golpean en el pasillo del colegio y te vas a tu casa, pero si lo filman y lo ponen en las redes, al final puedes tomar una decisión terrible, porque no hay escape.

P: ¿Ocuparse del acoso escolar significa necesariamente ocuparse del entorno digital?

R: Por supuesto. Es encargarse de la violencia, que tiene muchas formas, cada vez más complejas y diversas, que se normalizan y se perpetúan. Es fundamental esa alfabetización digital de la que tanto hablamos, entender cómo se relacionan nuestras hijas y nuestros hijos, qué buscan en las redes y qué obtienen. Hay chicos que buscan entretenimiento, otros que buscan otros espacios de difusión, de aceptación social, de desarrollo personal. Tenemos que formar ciudadanos digitales. La tecnología es una herramienta que nos va a acompañar toda la vida, nos guste o no, cada vez más. Quién sabe lo que nos pasará con la Inteligencia Artificial, pero es así. No hay otra que convivir con ella, hay que aprender a vivir.


P: ¿Cuál es el impacto que tiene a nivel emocional el acoso escolar?

R: Es terrible. Cuando sufres acoso significa que sufres un maltrato reiterado, con un esquema de indefensión que hace que no consigas defenderte. Estás en un proceso de vulnerabilidad del que no sabes salir y el impacto emocional es tremendo. Es ahí cuando surgen las preguntas de: ¿Por qué a mí? ¿Por qué no me quieren? ¿Qué tengo yo? El impacto emocional es terrible y si no tienen respuesta a esas preguntas que se hacen, las huellas del acoso se hacen cada vez más profundas y pueden acompañarte toda la vida. Hay estudios recientes que correlacionan directamente el acoso escolar con la ansiedad y con la depresión. Cuanto más acoso, más ansiedad y más depresión. Las tasas de depresión o ideación suicida pueden llegar a multiplicarse por 3 o por cuatro. Otros estudios nos están indicando que la autoestima es un excelente factor de protección del acoso. Por eso tenemos que cuidar la autoestima. Otra vez volvemos al sistema educativo, tiene que tratar la autoestima de los chicos. Las familias tienen que cuidar la autoestima. Es un factor de primer orden, una de las grandes vacunas contra la violencia. Tener una buena autoestima te hace más autónomo, más independiente, más seguro de ti mismo, más preparado para la vida y te ayuda a convivir mejor. 

P: A nivel emocional los agresores tienen también un cierto peaje, un cierto daño ¿no es así?

R: Sin duda. Muchas veces la víctima tiene autoestima baja, pero porque se la han robado a base de insultos, de golpes o de aislarla. El agresor a menudo ya parte con ese nivel de autoestima bajo. Nadie que maltrata a otros es feliz. Tiene un problema y necesita ser atendido. Por eso los programas de prevención no van contra el agresor, sino contra lo que hace. El agresor es un niño equivocado, un niño que también necesita ayuda. No es un psicópata, una persona endemoniada o poseída por el diablo. Una persona que agrede es una persona a la que le funciona, le va bien, porque los compañeros le aplauden, porque se ríen. Hay que quitarle todos esos refuerzos, para que no le vaya bien, que no se ría nadie, que no se calle nadie, que los profesores actúen. Automáticamente dejará de hacerlo. Debemos hacerle ver que si deja de acosar él también ganará. Gana la víctima, ganan los espectadores y gana la sociedad en general. Y nos ahorraremos en muchos casos un futuro maltratador de su pareja, de sus vecinos o de sus empleados. No olvidemos esto.

P:¿Cómo puedo saber si mi hijo/a puede estar sufriendo acoso escolar o ciberacoso?

R: Buena pregunta. Lo importante es tener una buena comunicación con nuestros hijos, que fluya, querer saberlo de primera mano. Obviamente muchas veces la víctima tiene vergüenza de lo que le pasa, tiene miedo, le cuesta reconocerlo, porque en cierto modo es como mostrar su inferioridad. He tratado con muchas víctimas y cuando le preguntas por qué no lo dices, por qué no lo has comentado, la respuesta mayoritaria es “para no hacerle daño a mi madre”. Se preocupan por no hacer daño a las otras personas. “Yo puedo aguantar, pero si sufre mi madre…”. Por eso es importante tener una buena comunicación y prestar atención a las señales, que son básicamente cambios. De repente, hace cosas que antes no hacía, empieza a sacar malas notas, trae el material escolar roto, cambia de hábitos, de rutinas o incluso de rutas. Hay cambios a nivel corporal, cambios fisiológicos, somatizan… El cuerpo de un chaval que sufre acoso no engaña, es incapaz de aguantar la mirada, agacha la cabeza, se encoge, mira al suelo… es una señal del desequilibrio de fuerzas. Puede llegar a faltar al colegio, aparece el síndrome del domingo por la tarde, cuando entran todos los males (dolor de barriga, dolor de cabeza, de espalda…). Son señales que nos dicen que algo está sucediendo. Pero es necesario estar pendientes para detectar los cambios. Hay que hay que tener los ojos abiertos, la mirada abierta y la comunicación permanentemente abierta.


P: ¿Se está tomando conciencia del problema y adoptando medidas suficientes?

R. Ningún colegio y ningún maestro quiere que un alumno sufra acoso. Igual con las familias, pero ¿qué es lo que ocurre? No hay formación, no estamos preparados, hablamos del acoso y actuamos por intuición. Imagínate que vas al médico con una dolencia cardíaca y actúa por intuición. Hay que abordar el problema con seriedad y rigor. Hay que conocer qué está sucediendo y por qué sucede, para tomar las medidas adecuadas. Un mal diagnóstico es una mala intervención. Muchas veces el profesorado actúa por pura intuición. Tiene que haber una formación básica, unos programas que garanticen la seguridad de todos los alumnos, sea quien sea el profesor y sea quien sea la familia, tanto del agresor como de la víctima. Urge formar bien al profesorado, darle las herramientas, los recursos necesarios… y, por supuesto, urge implicar también a las familias.


P: ¿Por qué las instituciones tienen tanto recelo a la hora de hablar del acoso escolar?

R: Antes comentábamos el dato de que 1 de cada 5 adolescentes en España podría estar sufriendo acoso escolar. Es curioso que si miras los datos de las inspecciones educativas de las diferentes comunidades autónomas ese porcentaje no llega ni al 1% ¿Dónde se ha quedado el resto? No se está actuando sobre el problema real. El sistema educativo tiene la obligación de cuidar de tus hijos, tiene el deber de custodia. Eso tiene implicaciones legales. Los colegios tienen una responsabilidad. Les puede costar dinero, multas, prestigio, inspecciones… Por eso sigue siendo un tema tabú del que todos suelen escapar.


P: En Galicia y en otras comunidades autónomas hay protocolos, seguramente buenos protocolos, pero… ¿previenen realmente el acoso escolar?

R: Decididamente, no. Los protocolos son básicamente reactivos, no se anticipan al problema, no previenen. Tenemos que actuar antes. El protocolo se pone en marcha cuando ya está el problema. Por otra parte, los protocolos suelen estar viciados de origen. Lo aplican y evalúan las mismas personas que lo elaboran, que son juez y parte. Es importante que haya una evaluación independiente. Un porcentaje importante de las víctimas termina pidiéndole a sus padres que les cambien de colegio. Ésa es lamentablemente la solución más habitual. Casi nunca se cambia a los agresores.


P: ¿Es posible prevenir el acoso escolar y el ciberacoso? ¿es posible una buena prevención?

R: Estoy convencido de que sí, pero es necesario que tengamos programas con evidencia científica. Lo que no podemos hacer es estar aplicando cada año un programa nuevo. Cambia el gobierno y cambiamos de programa. Definitivamente tenemos que hacer cosas que funcionen. Y tenemos que evaluarlas. Es fundamental que las cosas que hagamos, las hagamos bien y demostremos que lo hacemos bien. Sí que hay mecanismos de prevención eficaces. La mayoría de los buenos programas se basan en el empoderamiento de los propios protagonistas. Los adultos solemos enterarnos tarde y mal. Debemos abandonar el “adultocentrismo”. Tenemos que trabajar con los que están cerca, darles el protagonismo. En la tutoría entre iguales los chicos dos años mayores son los que se ocupan, tienen un vínculo emocional y a ellos se lo pueden contar más fácilmente. ¿Un buzón anónimo? No es cuestión del buzón, es cuestión de quién te escucha ¿Poner un Banco en el patio? ¿cómo te vas a sentar en el banco para que todo el mundo sepa que estás sufriendo? No lo vas a hacer. Si tienes una persona de referencia en la que confías, si te sientes verdaderamente protegido, en lugar de avergonzado y con miedo, tal vez sí lo hagas.


P: ¿En qué consiste el programa TEI (Tutorías Entre Iguales)?

R: El programa TEI es un programa de tutorización emocional entre iguales. Los chicos, por ejemplo, de tercero, tienen un tutor en quinto. Ese tutor es formado y preparado para ayudar. Nos basamos en el principio de ayuda. Somos seres humanos. Hemos llegado hasta aquí porque la ayuda es un proceso evolutivo que como especie ha resultado adaptativa. Se han encontrado restos de neandertales que demuestran que se ayudaban unos a otros ante situaciones adversas. La ayuda es un mecanismo que llevamos innato. Estamos hechos para ayudar, nos encanta ayudar. Hemos tenido un magnífico ejemplo con la DANA: la gente al día siguiente estaba con las escobas, andando hacia los pueblos a ayudar, porque no se podían quedar en casa, necesitaban salir a ayudar. Empodera más ayudar y hacer bien, que hacer mal. Otro principio básico en el que se basa el TEI es el de la ejemplaridad. Ese compañero es dos años mayor y se preocupa por mí. Preocuparse por los demás, por los iguales, por los pequeños, es una conducta valorada y premiada socialmente. Ya no estoy solo, ya no hay desequilibrio de fuerzas. Ya no estoy indefenso, porque alguien está pendiente de mí. Se crea un mecanismo de empoderamiento y compromiso en toda la comunidad, que se convierte en una fantástica vacuna frente al acoso escolar. Va mucho más allá de la mediación, porque en la mediación necesitas mediadores expertos y aquí no. Aquí todos, absolutamente todos, participan, la comunidad entera: el alumnado, las familias, los profesores, los monitores de comedor, los monitores deportivos, todos son parte de la comunidad y todos son necesarios.

P: ¿Un mensaje final para las familias?

R: Yo insistiría en que el acoso es un tema social, nos interpela y nos compete a todos. Nadie está fuera del acoso. Todos podemos hacer algo más. Los niños tienen dos manos para andar por la vida. Una la lleva la familia, la otra la escuela. Si las dos caminan juntas, probablemente llegue lejos. Pero si la escuela va por un lado y la familia va por otro, el que va a sufrir es nuestro hijo. Si tienes dudas, si tienes sospechas, trabaja siempre con la escuela. El acoso tiene solución, se puede evitar y es cosa de todos.

 

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